La entrada es con una clave tanto al edificio como a la habitación, y ninguna de las claves que nos dieron era válida. Llegamos a las 12 de la noche y entramos a las 2:30 de la madrugada en enero y con un bebé de 7 meses en la calle. No cogían el teléfono y la persona que me lo solucionó por chat tardaba mucho (supongo por el sistema). Al día siguiente me contactaron y querían ofrecerme 30 € de recompensa. Por supuesto no los acepté. La tecnología es para que sirva, no para padecer estos malos ratos.